Esta semana se ha celebrado la moción de censura en el Congreso. Frente a aquellos que decían que era un chiste, una pantomima, una pérdida de tiempo, yo pienso que cualquier moción de censura (aunque no prospere) y tenemos muchos precedentes, sirve y mucho. En primer lugar, sirve para “testar” la labor del gobierno. 

En nuestro modelo constitucional el Gobierno está dotado con múltiples poderes. De hecho, se dice que se asemeja el nuestro a un modelo “semi- presidencialista”, como pueda ser el modelo francés. Cuando el Gobierno tiene el soporte de la mayoría absoluta, los instrumentos de control de los grupos parlamentarios devienen inútiles, se ejerce el rodillo. Tenemos experiencia de ello. 

Por tanto, la moción de censura permite analizar, y recriminar lo que a juicio de la oposición no se está haciendo bien. Y permite decirlo alto y claro. Podrá no prosperar, pero ahí queda el “sonrojo” si es que al presidente le queda algo de “vergüenza” como decía Inés Arrimadas. 


También sirve para que cada formación política se retrate. Estamos en un escenario pre -electoral y lo que se dice y ha hecho o no se ha hecho durante la moción, puede dejar muchos mensajes a los electores, a los medios de comunicación y a la opinión pública. Ahí quedarán las hemerotecas con lo prometido, avanzado que se hará o de lo que se presume que se hizo. Si los ciudadanos tienen memoria, estos mensajes le sirve de “programa electoral” para las próximas elecciones.

 Frente a aquellos que decían que es una pérdida de tiempo o derroche público, no es verdad. Pagamos a trescientos cincuenta diputados todos los meses para que nos representen y trabajen en favor de los ciudadanos. Todas las semanas suele haber pleno, pero la diferencia es que, en otras ocasiones, “Sus Señorías” se van a tomar café, o no aparecen, pueden visualizar cualquier grabación para comprobarlo y en la moción de censura se ven presionados a acudir porque los votos son necesarios y porque hay mucha prensa pendiente del Congreso. 


Lo infructuoso de la sesión no es la moción en sí, sino que ya se sabía previamente que no iba a prosperar porque todos traían de casa los votos preparados. Daba igual lo que dijera el Ilustre Tamames, daba igual lo que dijera el Grupo proponente o el presidente del Gobierno. La anhelada “concordia” pedida por Tamames, ha sido contestada con desdén por unos, con soberbia por otros. No tienen nada que aprender porque son dueños de la ignorancia. El candidato alternativo es una persona de un elevado prestigio de la que puedes aprender. Tamames no es Rufián. Con Tamames tienes la posibilidad de escuchar una lección magistral gratuita sobre historia, economía, derecho,  distribución del poder, etc. La moción también ha servido para descubrir al candidato "invisible de la oposición”. La mayoría de los ciudadanos hemos seguido los discursos, algunas por devoción, otros por “obligación”, por saber si les va a cambiar las circunstancias en su día a día, porque no han podido evitarlo, porque los telediarios nocturnos no han hablado de otra cosa. Sin embargo, el presunto líder de la oposición, Feijóo, estaba ausente “comiendo gambas”. Es el carisma de Rajoy elevado al cuadrado. 

Como me decía un amigo, su actitud nos ha recordado al famoso “bolso de Rajoy “cuando el actual presidente del Gobierno presentó la moción al otro gallego.

 Victoria Rodríguez Blanco   22/3/2023

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